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Introduzco esta nota -tal como lo dice el título- con el único propósito de alabar el acto amistoso, pleno de generosidad, que ocurre entre personas cuyo trato puede ser muy cercano o bien distante, pero que con un detalle nimio o enorme (eso lo califica el beneficiado) muestran su lado amistoso -es decir, amoroso- dando de sí, dándose a sí mismos al dar algo al otro.
Ese desprendimiento no priva de nada al que da, más bien le aumenta, le otorga más humanidad o amor o lo que sea al dar, y en ese acto cotidiano pero siempre extraordinario nos reconocemos o no, nos miramos reflejados o vemos nuestra ausencia (omisión, por cierto, siempre reparable).
La cursilería anterior es porque deseo expresar públicamente mi reconocimiento a los amigos: gracias a todo ellos he podido resolver muchos problemas, como este de mi compu, una pequeñez comparada con otro tipo de problemas pero en sí misma capaz de ponerme a temblar. Además de la ayuda técnica, he recibido muestras de solidaridad, consejos, silencios cómplices o comentarios oportunos; otros, en otras circunstancias, me han apoyado de modos diversos; me han obsequiado códices, revistas, sonrisas, comidas y bebidas, compañía, burlas o su inteligencia vertida en obras varias. Todo ello lo aprecio, aunque no siempre haya sido capaz de corresponder de modo semejante.
Simplemente gracias. Más palabras sobran ahora.
Alejandro
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miércoles, 15 de abril de 2009
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