La imagen es rotunda y la información más bien escueta. Leo en El Universal de hoy lo siguiente:
Un narco, y cualquier persona que se meta al crimen organizado o desorganizado, saben bien que arriesgan la cabeza (literalmente) en esta guerra que libran en medio del Estado fallido (o casi). Pero los niños, cuyo único delito es haber nacido, son tratados por sus propios familiares como los gringos trataron a los soldados de Irak en la prisión de Abu Ghraib. Si los narcos ya no respetan ni a peques, ¿harán lo mismo nuestros vecinos de al lado?
Nuestra sociedad vive momentos del carajo, sin duda. Sólo un vigoroso movimiento ciudadano no partidista, plural, con muchas formas de expresión, podrá revertir lo que hoy vivimos.
Anna Coretta
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