sábado, 7 de febrero de 2009

¿Requiescat?

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Marcial Maciel quería perecer asaeteado como un San Sebastián, con la mirada de borreguito a medio morir, entre la agonía y el éxtasis, mientras meditaba lentamente por qué duele tanto... el celibato. Sin embargo, se le apareció el puñal justiciero (o el machete ensotanado), que ya está bien identificado como parte del fuego amigo: Los Legionarios de Cristo están en plena lucha por el poder.

La doble vida que llevaba el cura no era la del espía que volvió del frío sino la del degustador de platillos bien calientes, la del sibarita que se refocila con los placeres de la carne.

Con ello pretenden demostrar que no era posible que le gustara el guiso de niño envuelto o que tuviera como afición desvestir niños dioses, aunque todos los testimonios indican lo que ya sabe hasta el santo papa que vive en Roma y que bien conocían los Legionarios, aunque sigan negando lo evidente.
Un cura jarioso no es cosa rara; pero un cura comeniños tampoco lo es, infortunadamente. (¡No dejeis que los niños vayan a ellos!). Ya Lidia Cacho ha documentado y sufrido en carne propia el enorme poder político y económico de los pederastas, cuyo nombre es Legión. Allí siguen, depredando, porque es una "industria" que genera millones de dólares. Quizá por ello es la menos combatida.

Pero los abusos en contra de los menores no sólo ocurren con malosos como Succar Kuri y Kamel Nacif—amigos de todos los niños y este último protegido del Gober Precioso, el de Puebla—, sino también por medio de supuestas instituciones de protección como Casitas del Sur, agrupación a la que el gobierno de la Ciudad de México le llevaba los niños hasta la puerta de su hogar.

El padre (hoy se sabe que sí lo es) Marcial Maciel no fue el inventor del concepto hotelero "dos niños gratis en cada habitación", pero bien que aprovechó esas promociones como Dios le dió a entender.

Que no descanse en paz.

Anna Coretta
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