El expresidente de la Madrid dijo cosas que todos sabíamos, pero que él conoce de primera mano. Horas después lo presionaron para que se desdijera, pretextando locura o senilidad o ambas cosas. Sólo él sabe quién o quiénes le apuntaron directo a la cabeza, pero ya todos nos imaginamos el rostro del autor y sus compinches.
A pesar de todo, queda claro que el sistema político es una cloaca inmensa, profunda. Dirán que es culpa exclusiva del pueblo mexicano soportar una miasma así durante tanto tiempo; en parte tienen razón, pero es que siendo claros, en el país habemos todavía más habitantes que ciudadanos.
Sólo los ciudadanos podremos lograr cambios pequeños, aunque perdurables. Esos que no nos dejan hacer los gobiernos ni los partidos actuales. A ellos habrá que forzarlos, a su tiempo.
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