domingo, 3 de mayo de 2009

Hablando en mexicano

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En respuesta por el hecho “injustificado” del gobierno de China al haber “aislado” en un hotel a 71 mexicanos, la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, propuso evitar los viajes a aquel país.

Explicó que los mexicanos —quienes estuvieron en ciudades como Beijing y Shanghai— fueron segregados en un hotel de Hong Kong sin que se les practicaran pruebas para detectarles influenza humana. Hasta el momento, dijo, los reportes indican que ha habido casos de maltrato “excepcionales”, como el caso de una familia de cinco integrantes que, presuntamente, fue tratada de manera vejatoria.

La canciller informó que están en pláticas con el gobierno chino para repatriar a los mexicanos que se sientan discriminados. Mientras tanto, los 71 mexicanos deberán permanecerán en aquel país hasta el próximo 6 de mayo.

¿Será que los chinos se sienten todavía agraviados porque aquí inventamos a la Nao de China, porque disfrutamos los amores de la China Poblana, porque hemos monopolizado el comercio de los cafés de chinos, porque Mexicali sigue siendo la sede de los restoranes de comida china, o quizá porque hemos inventado metáforas y dichos discriminatorios tales como: “Está en chino” (cuando se trata de algo problemático o difícil de entender), “Es un producto chino” (cuando algo es falso o cuya manufactura es de muy mala calidad), “China tu madre” (variante local del insulto “chinga a tu madre”), “Vete a la chinada” (variante de vete a la chingada, que se dice cuando queremos deshacernos de alguien), “Misterioso y pendejo como chino” (enunciado racista que califica a quien pretende engañarnos sin lograrlo)“, "Chino, chino, cochino" (estribillo infantil repetido hasta la saciedad en guarderías), o el infame “¿Quién ama a Mao?” (frase de doble sentido con alusiones sexuales referidas a la felación).

Pero el trato dado a los mexicanos, tanto en China como en otras partes, sí que son chingaderas. Ni que nos orináramos en antorchas olímpicas, hiciéramos desmadres en el metro de otras ciudades, nos emborracháramos como si estuviéramos en Tlaquepaque o en la Plaza de San Camilito, o que tiráramos basura en cualquier parte, escupiéramos a media calle, hiciéramos destrozos en baños y habitaciones de hoteles, nos robáramos toallas y jabones o todo lo que estuviera a nuestro alcance (como los teléfonos robados por el funcionario panista en EU).

El reclamo de Patricia Espinosa también fue contra “gobiernos de países hermanos”, como Argentina, Perú, Ecuador y Cuba, por haber implementado “medidas incongruentes” que contravienen las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

Por todo ello nos sumamos a la venganza perfumada y ligth de la canciller, quien recomienda a los habitantes de zonas como Chalco, de las colonias populares de Ciudad Juárez y Tijuana, o los habitantes de las zonas rurales de todo el país, que por favorcito no elijan a China como destino turístico. Hay opciones como la vieja Europa, un safari en África, o de plano Los Cabos, BC.

Aunque la verdadera venganza habría sido organizar un comando de mexicanos infectados y lanzarlos en paracaídas sobre las principales ciudades chinas. El comercio mundial nos lo hubiera agradecido, y podríamos habérselo cobrado muy caro.

Por cierto, ¿quién de ustedes ama a Mao?

El Chale (que así me dicen por mis ojos rasgados)
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