Una tumba olvidada en el puerto de Dzilam
Los legendarios Laffite
Por: Gonzalo NAVARRETE MUÑOZ
Hay en el Caribe mexicano posadas, restaurantes, discotecas y tiendas que llevan el nombre legendario de los Laffite. Casi en todos los casos se les representa de la misma manera: un parche en el ojo, camisa con rayas horizontales, sombrero de tres picos a la moda del siglo XVIII y, en algunos casos, hasta con una indiscreta arracada en la oreja. Me parece que nadie traspasa este prototipo que la leyenda atribuye a Juan Laffite o a su hermano Pedro. En los estados de Texas y Luisiana la situación es distinta, existen asociaciones que se dedican a investigaciones sobre las figuras de aquellos hombres; se han constituido bibliotecas especializadas donde coexisten las investigaciones serias y los libros hechos para incrementar la leyenda. Existe, cuando menos, una película muy famosa sobre el tema: "Los Bucaneros". Se han realizado series de televisión que han tenido mucho éxito.
A lo largo de los siglos XIX y XX se han tejido toda clase de historias sobre los Laffite, particularmente sobre Juan. Pareciera que el mito trasciende a los personajes. No es difícil entender por qué los Laffite atraen tanto el interés en algunos estados sureños de la Unión Americana: los Laffite fueron célebres piratas de origen gascón que introducían mercancía de contrabando a la Luisiana desde su asiento en las Islas de la Baratería en la desembocadura del río Mississipi. Con magníficas relaciones con la legislatura, los comerciantes y, sobre todo, con los plantadores de algodón, los Laffite fueron de los más grandes introductores de esclavos negros, provenientes del Africa, al sur de los Estados Unidos, hecho éste que influyó en la historia norteamericana del siglo pasado y del presente.
Nueva Orleáns, como toda la Luisiana, fue francesa antes que norteamericana, por eso su sabor y su resistencia a formar parte de un país a la que se sentía ajena. También en esta circunstancia puede encontrarse la razón por la cual le brindó un clima favorable a los negocios ilícitos de los hombres de la Baratería.
Entre la gente de los Laffite se podía encontrar a personajes pintorescos como el general Humbert, héroe de la revolución francesa y cuñado de Napoleón Bonaparte, que desterrado de Francia por sus ideas republicanas, comandó gran parte del ejército de Lecrec que vino a sofocar una rebelión en Haití; la Baratería contaba con un hombre sanguinario y diestro para el combate, cuyas hazañas en los mares americanos le crearon una fama que hasta hoy perdura: Dominico You, ex combatiente, también, de la revolución francesa.
Gambi y Beluche fueron hombres fieros que operaban bajo el liderazgo de Juan Laffite. Quizás por eso los británicos recurrieron a la Baratería para formar una alianza cuando a principios del siglo pasado invadieron a los Estados Unidos y pretendieron tomar el control del río Mississipi. Juan Laffite, que, contra lo que se piensa, era un hombre inteligente y de exquisitas maneras, aprovechó la coyuntura para demostrarle al gobernador de la Luisiana que era un patriota: se negó a aceptar las propuestas británicas. En histórica carta, Laffite expone la situación al gobernante, le muestra su contrición y no deja de invocar su presunta observación de las leyes: los barcos de Laffite contaban con patente de corso de Nueva España y Nueva Granada. En efecto, el Congreso mexicano, que presidía don José María Morelos y Pavón, y don Simón Bolívar, cada uno por su lado, proporcionaron patentes a los barcos de la Baratería para poder navegar por los mares. Los insurgentes mexicanos llegaron más lejos: urgidos como estaban de recursos, pretendieron hipotecar la nación mexicana a los hombres de la Baratería por la suma de seis millones de pesos.
William Cole Clairborne fue el primer gobernador americano que tuvo la Luisiana. Hombre devoto de la legalidad, desplegó una tenaz campaña contra los Laffite y la Baratería, a pesar de las frecuentes resistencias de la legislatura y la población. Clairborne es una figura que, en toda esta trama, sigue cautivando a los norteamericanos: representa el espíritu de justicia insobornable que animó la formación de los Estados Unidos. Desde la capital norteamericana se apoyó a Clariborne y se condenó a los Laffite. Clariborne, que había pecado de ingenuo en el pasado, no creyó en las cartas que Laffite le envió anunciándole las propuestas y los planes británicos y atacó furiosamente la Baratería, incautando mercancía y haciendo prisioneros. Juan Laffite pudo salvarse, resguardando armamento y oro, pero algunos de sus hombres no.
Sin embargo, ante la inminente embestida de los británicos, el general Jackson, que había llegado a Nueva Orleáns para comandar la defensa, tuvo que recurrir a los Laffite, sus hombres y sus pertrechos. Así es como los Laffite participan directamente en la célebre defensa de Nueva Orleáns y se convierten en héroes. El presidente Madison y el secretario de Estado Monroe enviaron cartas congratulándose con aquellos a quienes meses antes habían calificado como bandidos y despreciables. Hasta el mismo Clairborne, durante los fastuosos festejos de la victoria, hizo públicas sus dudas sobre las verdaderas intenciones que habían inspirado las operaciones de los Laffite. Por más que las circunstancias indujeron a la confusión, la conducta de los Laffite los pintaba de cuerpo entero: después de haber estado en íntimo contacto con los movimientos insurgentes de la América española se convirtieron en espías de su majestad católica creando una red de información entre Madrid, La Habana, México y el sur de los Estados Unidos a donde los rebeldes recurrían en busca de ayuda para su causa.
Las relaciones de la Baratería y los Laffite con la provincia de Yucatán fueron estrechas, al grado que en Texas fundaron un asiento para sus operaciores al que llamaron "Nuevo Campeche". Hay indicios serios que muestran los vínculos de comerciantes y terratenientes yucatecos con los Laffite. Pedro fue atacado por el general Molas en Isla Mujeres y, herido mortalmente, llegó a Dzilam asistido por una mujer de color. Días después murió y en Dzilam se encuentra enterrado. La figura de Juan se acrecentó pues de pronto se dejó de tener noticias de él. John Stephens, uno de los primeros divulgadores de la cultura maya en el mundo, vino a Yucatán buscando datos sobre los Laffite. Por lo que representaron para la historia común de Europa y América, también en el Viejo Continente existe interés por todo lo que se refiere a los Laffite. A pesar de que la figura de los legendarios corsarios ha probado su eficiencia como atractivo turístico, en Yucatán está olvidada en una tumba en el puerto de Dzilam.
Fuente: thematrix.sureste.com/cityview/merida1/tours/mas%20de%20yucatan/dzilam.htm
En Wikipedia se afirma que quien está enterrado en Dzilam es el mismísimo Jean. "Entre 1825 y 1826, según las versiones, fallece enfermo en México o de naufragio en una tormenta en el golfo. Otros aseguran que murió más tarde, en 1858. Hay una leyenda que vincula a este pirata con la primera edición del Manifiesto del Partido Comunista de Karl Marx, que financió en 1848."
Alejandro San Martín
*
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario