lunes, 2 de marzo de 2009

Nuestro campeón

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tomado de Notimex (2 de marzo):


Hombre muere tras 12 horas de sexo

"Un ruso aceptó una apuesta de dos amigas para mantener relaciones durante ese lapso de tiempo; el joven de 28 años ganó, pero las múltiples pastillas de viagra que tomó le ocasionaron un paro cardiaco.

"Mecánico de profesión, el ruso aceptó el reto de dos mujeres que le aseguraban que no podría aguantar mantener relaciones con ellas durante 12 horas sin parar. De ganar, el premio sería de unos 5 mil dólares. Sabía que sería imposible mantener una erección durante tanto tiempo, por lo que se preparó con una cuantiosa dosis de las pastillas azules, sin embargo, tras la maratónica sesión, su corazón dejo de funcionar y perdió la vida por un ataque cardiaco fulminante.

"Alina, una de las chicas participantes, fue la que llamó a la policía de Moscú luego de que Sergey se desvaneciera minutos después de ganar la apuesta. Cuando los servicios médicos llegaron al lugar ya era demasiado tarde, y sólo se llevaron el cuerpo del hombre, que en opinión de muchos, murió feliz. "



El ruso no es nada comparado a los logros obtenidos por el Chainas, émulo de El Carajo (inspirador de este blog), quien hace apenas un par de años se lanzó con la perrada rumbo a Cipolite con la sana intención de romper el récor del Maese Carajo, sin lograrlo a final de cuentas.

La banda fue testigo de que el Chainas no requirió ninguna pastillita azul para mostrar sus proezas. Todo lo hizo con una mezcla de bebidas del Valle: sobre una base de un kilo de yerba (cultivada por él mismo en su cantón de Valle Dorado) puesta a macerar durante una semana en dos litros de alcohol del 96 (que sustrajo cuando camellaba en un laboratorio en la colonia del Valle), aderezó el contenido de una pata de elefante llena de mezcal de pechuga traído de Vallecitos de Zaragoza, combinado con medio galón de pulmón blanco que yo le traje del Valle del Mezquital, pa’ que espesara.

Durante tres días completos, las 72 horas reglamentarias de duro trajín, sobre el petate del Chainas desfiló toda la geografía norteamericana, europea y asiática empeñada en desinflar la dureza de nuestro campeón. Pero él, impertérrito, o sea, valiéndole madres, seguía bombeando al personal invitado que como la policía mexicana de pronto abandonaba la plaza al vencedor. Él sólo tomaba respiro para beber un trago de su menjurje potenciador y llamar a la siguiente concursante.

Está de más decir que nosotros no nos conformamos sólo con ver y conseguimos darle la segunda pasada a los platillos internacionales que seguían cayendo de la mesa de ese festín. La promesa había sido de mil dólares y varios kilos de yerba sin coco para la ganadora, más una noche de lujuria con la banda (opcional). Pero luego de las primeras 60 horas ya no quedaban sino las féminas de mayor edad que se conformaban sólo con la cabalgata, porque las nacionales no caían en el engaño de los dólares y siempre pedían ver el premio a la vista al portador.

Cumplido el plazo establecido, el Chainas pudo pronunciar la célebre frase de “las armas nacionales se han cubierto de gloria” y celebrar con ánimo patriotero la metida de goles más profunda que haya tenido selección alguna. Así, toda la perrada nos fuimos a surtirnos de chelas y tequila para homenajear a las perdedoras y la vencedor (a esas alturas nos importaban más las derrotadas). Seguimos toda la noche hasta el amanecer. Un lugareño nos dijo que el Chainas se había empeñado en conseguir unos vitroleros llenos de agua de limón, sandía y horchata con harto hielo para quitarse el calor con las bebidas “nacionalistas”, según dijo. No sólo se las bebió, también se las vertió encima.


A la mañana siguiente lo encontramos así, con el arma enhiesta y los ojos bien abiertos, sonriendo al ancho cielo (pero sin sombreros). Briagos aún, le hicimos un funeral vikingo y lo arrojamos al mar en una balsa improvisada hecha con algunas hojas de palma. Parece ser que se enredó en las redes de unos pescadores ilegales y rescataron lo suficiente para descubrir que su muerte era debido a una congestión alcohólica mayor.

Así perdimos al Chainas, ese héroe nuestro.


El Warrior

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