miércoles, 3 de diciembre de 2008

Bejarano, ese Rasputincito


En realidad es una mezcla bien batida de Rasputín y Darth Vader. Ese Señor Oscuro posee una indudable serie de recursos personales y organizacionales que le permiten seducir a la gente y engancharla en proyectos que sólo tiene como sostén la esperanza, de la cual no vive él mismo.
Ya hizo gala de su poderío, que no es poco, sustentado en alianzas de personalidades menores y de grupos diversos, cuyo componente en un tipo de clientelismo sui géneris porque no se corresponde totalmente con el viejo modelo priísta. El movimiento ¿bejaranista? reclama por lo menos un cronista que dé cuenta de acciones y reacciones, de metas y compromisos. ¿Aún no nace el sociólogo que lo desmenuce en menos de cinco mil palabras y sin extenuante parafernalia bibliográfica?

Por el tamaño de las notas de periódico y el tiempo en pantalla los reconoceréis. La crónica de un regreso anunciado ha tenido más cobertura en medios que el estreno de “El amanecer de los Chuchos” y el recuento cotidiano de narcomasacrados. Dicen que es el ejemplo perfecto de la corrupción dentro de la izquierda corrupta; que en público lo rechazan pero en privado lo adoran; que AMLO prefiere saludarlo por teléfono que apretarle la mano por temor al qué dirán; que sin embargo es el más fiel de los más fieles entre los pejistas; que todos los que son y los que quieren ser en esa su corriente asisten haciéndole caravanas; que no se sabe ni se sabrá que pasó con los fajos de billetes que se embolsó porque ni los Chuchos soltarán sobre eso ni un ladrido; que el político que esté libre de pecado que tire la primera liga; que ya pidió perdón y si en algo te ofendí nuevamente perdón, pero allí les va ésta… Total, que como aprendió de aquél (del otro Profesor), sabe bien que “un político pobre es un pobre político”.

Como buen artista del trapecio, Bejarano preparó y anunció con tiempo su espectáculo. Además de panteras, microbuseros, profesores de escuela y vivienderos, asistieron entremezclados como en rola de Sabina diveros “nietos de toreros disfrazados de ciclistas, ediles socialistas, putones verbeneros, peluqueros de esos que se llaman estilistas, musculitos, posturitas, cronistas carroñeros” y harta raza que le juntaron los diputones y diputonas locales y bien federales.

Ojo, cuídense traidores, allí están los auténticos, se hacen llamar la verdadera izquierda de acá de este lado puro mexicano. Y traen ganas de pelear, compadres. Que la fuerza los acompañe.

Martín Guerrero

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