miércoles, 3 de diciembre de 2008

Otros narcomensajes



Las autoridades nos intentan convencer de que la lucha en contra de los malosos va siendo ganada por las instituciones, que el Estado no está en un estado de gracia ni de sitio sino en estado de guerra cuyos enemigos van cayendo uno tras otro, como si de flores o decapitados se tratara. Los narcos y secuestradores, o los narcosecuestradores, son el nuevo rostro del masiosare nativo contra el cual debemos levantarnos como un solo hombre los mexicanos, haciendo uso de nuestra arma más poderosa: la denuncia anónima.


Los mexicanos seremos una raza cósmica y teletonuda, pero no somos delatores tontos ni gratuitos, porque sabemos que los pájaros en el alambre cuentan lo que oyen al narco, es decir a la misma policía.

Qué ganas de gastar dinero es spots pendejos. (Qué ganas de gastar dinero es spots, pendejos). El gobierno federal considera a la ciudadanía infradotada intelectualmente, y supone que por ver todos los días los noticieros de televisa y teveazteca nuestras neuronas han dejado de hacer sinapsis. Aun cuando creamos las insensateces de López Dóriga o los otros, nos basta darnos una vuelta por el barrio para constatar no que estamos rodeados (ya lo sabíamos) sino que el número de sitiadores ha crecido. Antes, en tiempos fabulosos pero idos, se creía que el presidente era tan pero tan poderoso que podía acabar con las broncas de un solo manotazo. Hoy ese icono de eras prehistóricas sólo se dedica a asistir a los sepelios de amigos fallecidos y administrar su tiempo libre mientras se refocila en sus encuestas.

Pero estamos cerca de la época de fiestas. Los narcos envían a las policías mexicanas sugestivos pasteles donde dan cuenta de que las consideran sus esclavas sexuales, o simplemente sus esclavas.

Martín Guerrero

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