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Sabíamos que el Coria es medio mamila y a veces se pasa de güey, pero en general ha demostrado ser tranquilo. Al darnos cabida en este blog creímos que iba a dirigir un esfuerzo serio, pero nomás no da una. Y para vergüenza suya, descubrimos que fue incapaz de pergeñar un breve texto acerca de Santo, el enmascarado de plata, personaje del que se dice su fan y cuya desaparición en los encordados se vincula con la muerte de Rodolfo Guzmán Huerta, luchador de la vieja escuela que falleciera el 5 de febrero de 1984.
— Fue por falta de tiempo— se defendió el Coria.
— Concedamos que fue desorganización, más que falta de oficio— dijo Martín Guerrero, intentando mediar.
— La neta es que es güey no tiene imaginación— intervino El Warrior, con ese sutil tacto político que lo caracteriza.
— Procedamos — nos urgió Anna Coretta, mientras estrujaba de manera nerviosa su Manual para inquisidores.
En vista de lo anterior, los otros que habitamos este blog pendejo hemos resuelto desterrar al Coria enviándolo a camellar duro en su negocio de jicaletas, que alguien debe pagar el espacio.
Aquí lo vemos con la máscara de su héroe. ¡Valiente fanático…!
(La foto, proporcionada por Luis Tamés, fue ligeramente modificada para proteger a los inocentes).
A. Chaz Carrillo y los otros
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sábado, 31 de enero de 2009
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