¿Y qué pex?
Ayer que me fui a dar un rol por el Zocalín; me topé con la raza arremolinada como si esperara los vales que regala Ebrard en la lechería. Yo también estaba allí, esperando no sé qué revelación.
Aunque me crucifiquen los judas ideológicos de este blog pendejo, descubrí ayer que todavía siento algo de simpatía por ese diablo angelical que es el Peje. Aunque no voté por él, no deja de jalarme su necedad cabrona por estar entre la revolución pacífica y la burrada iracunda. Más violentos, me cae, son los del barrio cuando pierde el Cannabis R., esperanza verde y humeante, adicción de la perrada de la colonia.
Ya luego me dije: "¿Soy banda, no? Soy Warrior o no soy. ¿Qué soy?" Como andaba de pata de perro, mis pasos me llevaron a Dolores: allí descubrí que estoy en mi año, el año del güey, o sea, del buey.
Pero andaba bruja. Y nada de camello. No pude comprarme ni un producto chino de a tres varos o dos por cinco. ¡Chale! Y luego no quieren que uno le haga caso al Andrés Manuel.
El Warrior
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