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De ser cierta la confesión de Santiago Meza López, alias ”El Chago” o “El Pozolero del Teo" (Teodoro García Simental), quien declaró haber asesinado y disuelto en ácido a 300 personas durante 2008, tal suceso lo ubicaría en el Record Guinness como uno de los más eficientes matanceros y procesadores de cadáveres con la tecnología básica utilizada.
Ignoro el tiempo requerido para disolver por completo un cuerpo humano (leo que los cuerpos permanecían durante 24 horas en el ácido), el tamaño y características del recipiente requerido, la cantidad de ácido necesario (en este caso sosa cáustica), si el cadáver es “procesado” entero o en partes, si se necesita protección especial (guantes, mascarilla,etc.), la distancia y manejo entre el lugar de “disolución” y depósito final, las condiciones y modo de verter los restos en lo que fungió como sepultura colectiva (arrojaba los residuos a una fosa séptica, con lo que literalmente se iban a la mierda).
Todos esos detalles técnicos pueden ocupar algunos párrafos de la libreta de los horrores humanos, al lado de la masacre de civiles en Gaza, por ejemplo.
Pero iba a esto: distribuidos a lo largo del año, los 300 habrían mantenido ocupado a “El Pozolero” a razón de un cuerpo eliminado por día. Si él mismo los asesinaba, como se desprende de la nota periodística, sacrificaba y disolvía a una persona cada día, es decir 7 personas en la semana, actividad por la que recibía como remuneración 600 dólares semanales, ¡sólo 85.71 dólares por cabeza!
Con ese nivel de productividad, “El Pozolero del Teo” sólo pudo disfrutar de cinco días de vacaciones. ¡Qué barbaridad de explotación tan inhumana! ¿Los matanceros de esta línea de producción no cuentan con un sindicato charro que vele por sus intereses y que naturalmente se venda a la parte patronal? Tal vez ya fueron hechos pozole, como deberían serlo los líderes obreros del CT.
Sin embargo, en ese tipo de actividad criminal es razonable suponer que hubo semanas de intenso trabajo y otras donde no llegaba ni una cabeza para disolver. Imagino las largas tardes de aburrimiento de “El Pozolero” mientras instaba a sus patrones para surtirlo de materia prima, o bien él mismo yendo a surtirse a las calles de ¿qué ciudad? Vienen entonces otras preguntas: los 300 fueron contabilizados entre las víctimas del 2008, o sólo se disolvieron en la nada del conteo de víctimas del narco (las estadísticas suelen ocultar cualquier tinte de tragedia); ¿todos fueron disueltos en la misma ciudad o “fábrica”?; ¿qué fue de sus efectos personales?; y más importante: ¿quiénes eran esos ciudadanos?, ¿no tenían familia?, ¿nadie inquirió por ellos?, ¿nadie dará testimonio de su miserable fin y pondrá una veladora, como suelen hacerlo los deudos o cualquiera que se conduela por el muerto?, ¿qué proceso y castigo recibirá el afamado Pozolero?
Leo preocupado que muchos ciudadanos expresan de manera inmediata su deseo de que le sea aplicada sin más la pena de muerte, una ley fuga sin darle chance de correr, es decir, que se descienda al nivel de los asesinos. En su ya larga campaña en favor de la pena de muerte (con un triunfo para abrir los debates sobre el asunto, que se torna retroceso social), los pendejos del Verde Ecologista tienen la certeza de que su nombre es Legión. No son los únicos; de algún modo, incluso con mi silencio cómplice, yo contribuyo a fomentar y volver habitual esas historias de horror, por lejanos que estemos de los sicarios.
Por lo pronto, olviden la invitación de mañana: se me quitó ya el antojo de pozole.
Martín Guerrero
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sábado, 24 de enero de 2009
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1 comentario:
cierto resulta tu comentario con respecto a la pena de muerte, mero titulo propagandista de los pendejos del verde, ratifico el calificativo, dicha pena les debieran aplicar que uitlizan el dinero del pueblo para hacer chalecos mentales, sin aportar beneficio alguno.
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