sábado, 24 de enero de 2009

Escuela de soplones


Trascribo la nota publicada en El Universal (22 de enero):

La Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal integrará a jóvenes de entre 17 y 24 años al combate del crimen dentro del plan para formar “sensores” que detecten conductas de riesgo delictivo entre sus amistades, en sus escuelas, colonias y comunidades.

El plan prevé que esos sensores juveniles generen denuncias anónimas a las instancias correspondientes. El esquema prevé aplicarse en las 100 ciudades del país con mayor índice delictivo e incluir a padres de familia, profesores y adultos en general.

En el proyecto se explica que los sensores juveniles “serán parte de un proyecto heroico de mejora comunitaria y personal”; además de que recibirán una capacitación teórica y práctica de 30 horas, en estrategias de intervención y denuncia de casos, fomentar el respeto a la ley y las instituciones y generar proyectos de prevención en sus comunidades.

El documento destaca que la figura mencionada “no es un soplón, ni un delator y mucho menos un corre ve y dile”. Tampoco es un informante ni un colaborador encubierto, agrega.

Pero la nota no aclara si los delatores de eufemístico nombre recibirán un “estímulo” económico por cada denuncia que realicen, o si arriesgarán gratis el pellejo con tal de que Genaro García Luna conserve su chamba. Yo propongo que luego de graduarse como “sensores” (que no “censores”), ya que sus nombres estarán en una base de datos absolutamente confidencial, se les dote de un seguro de vida inmediatamente cobrable por sus familias, sólo por aquello de “si ves la cabeza de tu vecino rodar, por la tuya a buen resguardo”.

Por lo demás, la estrategia de delación, es decir, las “denuncias anónimas”, por lo general son hechas por los rivales de de los denunciados, no por sus vecinos de al lado. Pero es la única “estrategia” que les ha dado resultado, por eso ahora pretenden institucionalizarla. ¿Vamos en camino de convertirnos en un país de soplones?

Lo admito (confiesa El Warrior) , en ocasiones me han dado ganas de balconear ante la tira a la tía abuela Marciana, alta consumidora de yerba en todas sus presentaciones pero incapaz de rolarme una bacha gratis (yo jamás la he comprado, no pueden acusarme de eso), aunque ya cumplí mi 30 aniversario de “aspirante” de los efluvios cannábicos. ¿Me darán por esa delación un cheque como los que dan a los estudiantes con el PREPA SÍ, seis meses después? Así no le atoro.


García+ / El Warrior

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