Reencuentro estas 2 fotos en mi compu. Son de mi carnal Alfredo Coria. Hace tiempo escribí unas notas sobre varias de sus fotos, de las cuales reproduzco unos fragmentos:
El “otro” hombre representa una imagen diferente, radicalmente diferente. La imagen simbólica que me sugiere es no obstante la más obvia: se trata de Nuestro Padre Adán recién engendrado, sin conciencia de sí todavía, sin saber, en la más absoluta inocencia; pero despertará y pecará, porque tal es su sino, porque no ha nacido de un barro inmaculado sino de una materia putrefacta, nauseabunda, de la basura misma. Eso somos sus hijos, los hijos del hombre primigenio, por eso nos debatimos de modo permanente en un estercolero.
La foto del ángel es en verdad notable: se trata de un ángel caído pero con el agravante de haber perdido una de sus piernas, lo que impide que se finque bien en la tierra y ahora deba arrastrarse con ayuda de unas muletas. Su naturaleza angélica pierde así toda dignidad. Nada nos provoca más rechazo que el ver un muñón moviéndose agitadamente, como si de pronto cobrara vida propia e independiente, como si fuese cosa maléfica, diabólica. La foto no lo dice pero sugiere tal posibilidad. Y entonces sabemos que la naturaleza de ese ser ya ha cambiado, que se ha vuelto como nosotros y que sus alas no son sino un remedo de lo que algún día pudimos ser. Podemos también pensar: ¿No es acaso toda fe, toda creencia profunda, toda esperanza real una especie de muletas que nos ayudan a andar por este mundo? ¿Y si, además, nos cortaran unas alas ya de por sí inservibles? Esas alas que algún día sirvieron para remontar los cielos se han vuelto ahora una excrecencia, un apéndice monstruoso, un testimonio de nuestra culpabilidad. Doblemente mutilado, el ángel sueña tal vez con otros ángeles, con otras edades sin tiempo, cuando aún podía cumplir con sus tareas de mensajero.
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