En una nueva demostración de la ya vieja sentencia de que la realidad imita al (séptimo) arte, leo la siguiente nota de Prensa Latina:
Japonés se queda a vivir en aeropuerto internacional de México
México, 17 nov (PL) Un japonés nombrado Hiroshi Nohara decidió quedarse a pernoctar en el aeropuerto internacional de esta capital, donde vive hace hoy 73 días, sin que tenga planes de momento para continuar viaje, según dijo a la prensa local.
El nipón, de 40 años de edad, afirma que llegó a México el 2 de septiembre pasado, en un tránsito hacia Brasil, pero perdió su pasaporte, no así un pasaje de retorno, que afirma esta aún vigente por la ruta, San Francisco-Japón. Nohara expresó que la embajada de su país en México le ayudó a regularizar su documentación y que decidió quedarse en la instalación aérea del Distrito Federal por considerarla “un lugar seguro”.
Con la traducción de un mexicano que estudia japonés y que le fue a visitar al ver su caso en la TV, el visitante asiático afirmó que sólo sale del aeropuerto a dormir alguna vez a un hotel económico y que en una ocasión visitó estadio Azteca.
La policía federal de México, que lo ha interrogado varias veces, afirma que no puede adoptar medida alguna contra Nohara, quien tiene todos sus documentos en regla, en tanto el aeropuerto es un lugar público donde puede permanecer cualquier ciudadano.
El pasajero japonés, que afirma no tener ni esposa, ni hijos, ni empleo y ya poco dinero, tiene el cabello teñido de rojo y una apariencia lamentable en términos de higiene. Agregó que los policías mexicanos y los empleados del aeropuerto le han tratado muy amablemente en este tiempo y ya los concibe como amigos. "Si estuviera en Estados Unidos ya me hubieran maltratado", añadió.
Su lugar preferido en la terminal aérea No. 1 es una mesa de un salón de alimentos rápidos, donde come hamburguesas, dormita y regala una sonrisa a todas las personas que reparan en él, ya como parte del panorama habitual. Sólo se levanta del sitio para ir a los sanitarios y observar tiendas de artesanías cercanas.
El nipón, de 40 años de edad, afirma que llegó a México el 2 de septiembre pasado, en un tránsito hacia Brasil, pero perdió su pasaporte, no así un pasaje de retorno, que afirma esta aún vigente por la ruta, San Francisco-Japón. Nohara expresó que la embajada de su país en México le ayudó a regularizar su documentación y que decidió quedarse en la instalación aérea del Distrito Federal por considerarla “un lugar seguro”.
Con la traducción de un mexicano que estudia japonés y que le fue a visitar al ver su caso en la TV, el visitante asiático afirmó que sólo sale del aeropuerto a dormir alguna vez a un hotel económico y que en una ocasión visitó estadio Azteca.
La policía federal de México, que lo ha interrogado varias veces, afirma que no puede adoptar medida alguna contra Nohara, quien tiene todos sus documentos en regla, en tanto el aeropuerto es un lugar público donde puede permanecer cualquier ciudadano.
El pasajero japonés, que afirma no tener ni esposa, ni hijos, ni empleo y ya poco dinero, tiene el cabello teñido de rojo y una apariencia lamentable en términos de higiene. Agregó que los policías mexicanos y los empleados del aeropuerto le han tratado muy amablemente en este tiempo y ya los concibe como amigos. "Si estuviera en Estados Unidos ya me hubieran maltratado", añadió.
Su lugar preferido en la terminal aérea No. 1 es una mesa de un salón de alimentos rápidos, donde come hamburguesas, dormita y regala una sonrisa a todas las personas que reparan en él, ya como parte del panorama habitual. Sólo se levanta del sitio para ir a los sanitarios y observar tiendas de artesanías cercanas.
A lo mejor no ha dicho toda la verdad y su secreto deseo sea pasárlela chido en playas mexicanas. En la variante dialectal Kannsai del japonés, el aeropuerto es comúnmente llamado Kankū.
García+
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