sábado, 15 de noviembre de 2008

¿Y dónde está el chafirete?


Ahora que todas las evidencias las quieren apuntar hacia los chafiretes aéreos, bien vale la pena investigar cómo es que los errores desde la licitación parecen deberse más al deseo de beneficiar (a amistades, a socios) y beneficiarse (un porcentaje, seguro) que a una simple laxitud en el control de calidad. Y es que los funcionarios menores podrán ser rutinarios pero no los suponemos güevones y pendejos, no al menos para esos puestos; y debajo de ellos, técnicos y servidores públicos de menor rango son los que tienen que responder por las pequeñeces de la corrupción generalizada en las esferas mayores.

Si el piloto y copiloto eran microbuseros habilitados como aviadores (su lenguaje “no aereonáutico” lo demuestra), debe haber una cadena de mando que facilitó y autorizó tales contrataciones. En dicha cadena de mando el responsable mayor, en última instancia (como dicen), es el titular de la dependencia involucrada. Así, por vía de la paradoja, el culpable de la muerte del secretario y los demás es el propio secretario (y los demás).

Asunto concluido. Se cancelará una concesión, se anulará un contrato y se procederá en contra de tal o cual persona moral o física. Luego se abrirá otra licitación, se firmará otro contrato y habrá un responsable nominal que evadirá la justicia en tanto que otro no.

Los conductores de esta nave nacional también son microbuseros habilitados como pilotos, mientras que la justicia investigadora es como el titular de la Setravi del DF, Armando Quintero, que anuncia castigos y penas capitales pero ya se le olvidó qué aspecto tiene un microbús (sólo conoce los helicóteros). Conclusión: se endurecerán las medidas de licitación, asignación y evaluación de los contratados; se exigirá que los pilotos hablen con corrección y acento castizo; se impedirá que jueguen al cubilete y se atasquen de chuchulucos mientras manejan; se les aplicarán antidoping sorpresa en pleno vuelo, y otras prácticas de control.

¿Alguien podría sospechar de la empresa fabricante? No, mucho menos el osito Téllez, que bien sabe lo que representa ser empleado de una empresa de tal influencia para el transporte y las comunicaciones de un país. De ellos sálvanos, “Diosito…”
El Warrior

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