Pachanga zapatista

Este 17 de noviembre pasó prácticamente desapercibido el 25° aniversario constitutivo del EZLN. La atención de los medios estaba puesta en el desenlace Encinas-Ortega y el futuro inmediato del PRD y FAP.

Hoy el EZLN parece ser una fuerza política marginal (contenida en sus propios terrenos) y marginada por la misma izquierda “institucional”, incluidos los más radicales. El propio movimiento de AMLO parece seguir ese camino de las grandes movilizaciones a la reunión de unos cuantos, sin influencia real en los temas nacionales. Pero sería un error considerar al EZ como una entelequia histórica, como sería un error dar por muerto al Peje cuando parece que volverá a marcar parte de la agenda con el tema de la “economía popular”.
El EZLN, por su parte, aún tiene mucho que decir en torno a las demandas de los pueblos indígenas y en asuntos como autonomía y autodeterminación, soberanía popular, etnias y clases, desigualdad y pobreza. El EZLN, como los campesinos, como los indígenas, como los marginados está todavía allí, esperando, resistiendo, pero también acumulando experiencia y aportando vida.

Los temas indígenas están hoy presentes (lo hace notar Javier Corral), como la demanda por incluir a las radios comunitarias e indígenas en el acuerdo para llevar a cabo el cambio de frecuencias de banda de amplitud modulada (AM) a banda de frecuencia modulada (FM), los así llamados “combos”; y también en las denuncias ante la persecución contra varias emisoras de carácter social en vías de regularización y la criminalización de esfuerzos radiofónicos ciudadanos.

Pero muy pocos sociólogos, antropólogos, historiadores y poetas están atentos a esa dinámica regional que cumple sus primeros 25 años.

Martín Guerrero