domingo, 2 de noviembre de 2008

¿Culto a la muerte?

¡Pero si todos los días son de muertos! —clama escandalizada mi amiga Ana Coretta—. Basta abrir el diario o encender el aparato de tv o la radio (se nota que la muchachilla acaba de volver de un posgrado en Europa) para conocer el número de muertos. ¿Qué celebramos? ¿No es insano este culto a la muerte? Las cifras están allí, entérate —dice mientras me arroja el periódico.
Leo: 669 ejecutados en octubre atribuidos al narco; 4,323 en lo que va del año; en lo que lleva el sexenio se contabilizan 7,268 personas.


Le devuelvo el periódico y asiento gravemente, más por matar una discusión sin raíz que por calmar su indignación. Ella también escabulle su furia. Apura su café con ese gesto que, bien lo sé, anuncia que se hundirá en sus cavilaciones por el resto de la tarde. Nos despedimos con cualquier gesto. No pude decirle que el culto a la muerte también lo expresa ella: ha olvidado el tatuaje que se mandó hacer en la oreja.


Yo me voy a buscar pan de muerto.


García+

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