Un instrumento eléctrico que comenzó siendo de tortura se ha transformado en agradable juguete para fiestas de mayores y despedidas de soltero: sí, nos referimos a la picana eléctrica, cuyas aplicaciones conocen de primera mano los opositores a gobiernos en prácticamente todos los países del mundo, y que la CIA llevó a refinamientos sublimes con la ejecución directa y dilecta por el ya casi olvidado Dan Mitrione, herramienta que ha vuelto reconvertida para exaltar corazones y erizar pieles sensibles.
La famosa cajita de “toques”, que todo parroquiano que se respete ha probado en la cantina de sus amores luego de empujarse el primer bull o la primera piedra, ha quedado en desuso. Lo de hoy es la ruleta eléctrica. Como si le dieran vuelta a un guante, el juguete puede ser usado hasta por cuatro jugadores al mismo tiempo, por lo que ya no es necesario el reloj para saber quién es el más hombrecito aunque no se esté jugando dominó. Es absolutamente portátil, y tiene una gama de voltajes que van desde “a mí me la persignan” (el más bajo) hasta “avión cayendo en picada” (el más alto). Cabe en cualquier bolsillo, aunque su precio es todavía alto. Puede servir para probar fortaleza de candidatos a puestos de elección.
Ojo: no se apendejen o empeden tanto que quieran meter allí el dedo sin uña. Allá quien se atreva.
A. Chaz Carrillo
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