martes, 14 de octubre de 2008

Mayor control a la banca


Una de las medidas para apalancar el plan anticrisis presentado por Calderón debería ser el acotamiento severo puesto a la banca comercial que tienda a fomentar el ahorro familiar e incrementar la productividad por medio de créditos con tasas de interés más bajo y plazos de vencimiento mayores.
Los números que arroja la operación de la banca comercial revelan que sólo el 10 por ciento de sus activos totales los destina al crédito de todo tipo. Otro 10 por ciento los destina a inversiones en valores, mientras que el resto lo orienta hacia su negocio verdadero, las operaciones con instrumentos financieros que llaman “sintéticos” y que no son otra cosa que lo mismo que han hecho muchas de las casas de bolsa, corredurías y bancos en quiebra alrededor del mundo: usar los dineros de otros (nuestro dineros) para especular con papeles que ofrecen alta rentabilidad pero también vulnerabilidad ante posibles pérdidas. Pero total, la banca en México cuenta con redes protectoras de todo tipo, aunque ello signifique alimentarlos con la sangre verde de las reservas internacionales como ya hemos visto.
La aplicación de políticas contracíclicas requiere de medidas más profundas —y más políticas— que sólo destinar la inversión de recursos en obras de infraestructura. Sin duda la desregulación y el reordenamiento de instituciones y actores implicados, además del combate efectivo a la corrupción y medidas de transparencia que incluyan a los ciudadanos, podrán ayudar en este proceso. Pero la ayuda mejor para las pequeñas y medianas industrias, las cuales dan empleo al grueso de la población, es el ofrecerles también redes de protección desde el Estado, más allá de un mero programa “extraordinario” de apoyo a las pymes, programa que por lo demás ya existía al menos en papel.
Lo cierto es que, en lo que va del año, sólo el 18.2% de las empresas manifiestan haber recurrido al crédito bancario. De ese porcentaje, el crédito bancario al que acceden el 71.2% lo usa para capital de trabajo y sólo 16.0% para inversión, lo cual encarece más el producto final, porque más del 80% del crédito se orienta a empresas y particulares. El sector público también accede a ese crédito pero sólo en un 7.5% (¿con qué costo, en qué condiciones?).
De las empresas que no recurrieron al crédito de la banca comercial, la tercera parte (33.5%) da como razón las altas tasas de interés que cobran los bancos, 15.8% la incertidumbre sobre la situación económica, un 9.8 por rechazo de solicitudes y 6.5 dice que por negativa de la banca.
La principal fuente de financiamiento para el 56.5% de las empresas lo constituyen los proveedores, muchos de los cuales, a su vez, usan otros esquemas de financiamiento como el pago diferido a sus trabajadores o el mismo esquema para otros proveedores más pequeños.
Y con respecto a las altísimas tasas de interés que nos cobran, las comisiones de susto en tarjetas y préstamos personales, así como el nulo rendimiento que ofrecen sus cuentas e instrumentos tradicionales, mejor ni hablamos.
Así va jalando el país. Pero la banca, esa señorona obesa y abusiva, continúa siendo la reina de esta opereta. Mejor vamos a llamarla “historias de banqpiros”.

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